Puede que el único aspecto positivo de la prolongada crisis económica internacional de los últimos tiempos es que haya devuelto a la realidad a un porcentaje importante de las sociedades modernas, que vivía aislado en su confortable nivel de vida. Hasta no hace mucho, al oír hablar de hambre solo pensábamos en África y otras zonas del planeta, los llamados países subdesarrollados. Ahora, desgraciadamente, nos topamos con el problema en casi cada esquina de nuestras ciudades.
Pero, lo más terrible es que hay datos que deberían resultarnos imposibles de digerir.
Realidades de las que somos todos responsables y sobre las que podemos actuar directamente. Por ejemplo, con el sangrante tema del volumen de comida que tiramos a la basura cada día.
Las cifras hablan por sí mismas: solo en China se tiran más de 30.000 millones de dólares en comida anualmente. Con esta cantidad de alimento se podría alimentar a toda la población de Brasil, para que nos hagamos una idea clara del volumen de este desperdicio. Parece que en el caso concreto de los chinos el problema es consecuencia de una mala interpretación de su propio pasado. Los restaurantes de este país asiático ofrecen menús con un número imposible de platos. Todo porque se valora en exceso ese gesto de opulencia, ignorando las grandes hambrunas que azotaron a su propia población a mediados del siglo XX.
Parece que las autoridades chinas han tomado, por fin, cartas en el asunto. Distintas medidas, como la campaña “Operación vacía tu plato”, vienen a intentar paliar este desperdicio inexplicable de comida.