Desde que el conde de Sandwich, John Montagu, decidiera que la mejor forma de tomar un aperitivo, sin tener que interrumpir las partidas de naipes a las que era tan aficionado, era que le sirvieran unas láminas de fina carne entre dos panes, mucho ha evolucionado el mundo de los sándwiches. Este acontecimiento que se produjo allá por el siglo XVIII dio paso a una nueva
y revolucionaria fórmula para alimentarse.
En Argentina, de hecho, los sándwiches son toda una tradición y una de las variantes de comida preferidas por una gran parte de la población. Todo ello conforma un universo en el que pueden encontrarse desde las combinaciones más sencillas hasta verdaderas delicatesen.
El clásico de los clásicos, dentro de los sándwiches argentinos es, sin duda, el triple de jamón y queso. El formato genuino es el que se presenta entre rebanadas de pan de miga, pero son muchos quienes prefieren la versión sobre pan tostado. Su popularidad es tal que se considera imposible que haya un porteño que no lo haya probado.
Junto a esta propuesta que se puede degustar en cualquier bar de Buenos Aires, la novedosa idea lanzada desde Pani, un local ubicado en pleno barrio de La Recoleta. La ambientación de este espacio, colorida y luminosa, ya nos da una pista sobre el tipo de público, joven y moderno, al que está enfocado. Una orientación que se pone de manifiesto en su carta, plagada de lo que ellos denominan “Rock Sandwiches”. Un ejemplo significativo, el “Zylbread” a base de berenjena, calabaza, tomates verdes, limas y queso. Todo ello dentro de dos rebanadas de pan de humus y aderezado con mayonesa de apio.